Seguí sentada en la banca por horas aunque no las sentí como tales, si no fuese por que detrás de las montañas comenzaban a vislumbrarse los primeros rayos del sol, no me hubiese percatado del paso del tiempo. Por un momento pensé en volver a casa y hacer como que nada de esto había sucedido, una más de las jugarretas del destino, otra desilusión para mi corazón, pero ya había pasado mucho tiempo y la verdad era que muy al fondo mi corazón aun albergaba la esperanza de que por alguna extraña razón hubiese perdido el tren o hubiese quedado en alguna estación cercana... el próximo tren no tardaría en llegar a la estación.
-Un moccachino doble por favor- me senté a leer el periódico que estaba en el mesón de la cafetería de estación; habían abierto hace algunos minutos y hace menos había pasado un joven en bicicleta repartiendo diarios, periódicos y revistas. "Las olas de frío que asotan el norte del país cobran cada día más víctimas..." una que otra entreviste a algún personaje político, nada fuera de lo común. El reloj avanzaba más lento de o común y su tic me parecía profundo, eterno, como si de una u otra forma quisiese torturarme y lo conseguía.
domingo, 5 de junio de 2011
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